En plan de exégeta, podría decir que Lenin fue el primer revisionista, tendencia que en Cuba conoceríamos de pasada. Digo de pasada porque no se estudiaban los textos de Gramsci, de Plejánov, de Rosa Luxemburgo; Trotski era el anticristo. Marcusse no califica de marxista. Hablo de los años anteriores a la caída del socialismo. Después de leer tu trabajo, parece que no ha cambiado mucho el panorama, con el agravante del citado “socialismo cubano”, donde habrá muchas adecuaciones, pero ni un solo filósofo de pegada, donde me imagino esos folletos llenos de citas de Fidel. ¡Cómo no va a ser misión imposible pretender que ese Frankenstein motive a algún alumno!
Siguiendo con la exégesis, podríamos arribar a la conclusión de que el marxismo no ha pasado de ser teoría; que en Rusia en 1917 y en Cuba en 1959 hubo revoluciones sociales que hicieron una adopción semántica del término, pero no dieron lugar al embrión comunista, que Marx tenía razón al decir que las formaciones sociales tienen que agotarse para dar lugar a un cambio.
Claro que hay que abrirse a las nuevas corrientes filosóficas. El marxismo tiene 150 años y el mundo ha cambiado de una forma en que ni Marx ni nadie podía imaginar. Por eso sería mejor estudiar el marxismo como una doctrina más, y concentrarnos en encontrar soluciones para sacar el país de la crisis económica y de valores en que se encuentra, sin buscarle etiquetas, sin ponerlo todo bajo la lupa ideológica. Si hasta tenemos el lujo de un José Martí, no hay que buscar más.